viernes, 31 de octubre de 2014

¿Dulces amargos? No para Jordi Savall.

"La Cultura, el Arte, y especialmente la Música, son la base de la educación que nos permite realizarnos personalmente y, al mismo tiempo, estar presentes como entidad cultural, en un mundo cada vez más globalizado. Estoy convencido que el arte es útil a la sociedad, contribuyendo a la educación de los jóvenes, y a elevar y a fortalecer la dimensión humana y espiritual del ser humano". 

Es una de las ideas que expone Jordi Savall en su carta de renuncia al Premio Nacional de Música 2014. Lo cierto es que a nadie le amarga un dulce de 30.000 €uros... A menos que no los necesite. Si Jordi Savall no los necesita es porque ha tenido apoyo y reconocimiento internacional durante toda su carrera - un apoyo que en nuestro país no ha encontrado de igual forma. (Además que no sé si los necesita o no, pero supongo que no). ¿Es posible que el tema catalán tenga algo que ver con al renuncia? Quizá. Yo prefiero entender la situación de la siguiente forma:

Hay un señor, de carrera musical, que prescinde de una cuantía importante en pos de mantener su conciencia tranquila. Este señor no está pasando hambre, pero dejará de emprender algunos proyectos que esos 30.000 €uros habrían facilitado. Este señor, probablemente - lo desconozco-, no pertenece al conjunto de familias que vive en precariedad, pero las reconoce. Este señor decide no comerse un dulce amargo, tal vez porque no esté en la necesidad, pero no lo hace. Este señor pone de manifiesto la situación cultura y educativa española, solidarizándose así con el común de los ciudadanos. 

No sé si los hijos de Savall habrán estudiado en la pública, supongo que no. En cualquier caso, este acto que más de uno no podríamos hacer - por necesidad-, es reseñable en tanto nos recuerda que cada persona debe enfrentarse a la vida desde su posición. "La ignorancia y la amnesia son el fin de toda civilización, ya que sin educación no hay arte y sin memoria no hay justicia", nos dice. Quizá no podamos entender como alguien rechaza 30.000 €uros, empero es simple: los valores morales tienen un precio más alto. Esta crisis no es sólo económica, pero muchos vendemos nuestros ideales por trabajos precarios porque necesitamos ese mínimo dinero (ser mileurista es un sueño para muchos), es lógico. Por suerte, aún quedan personas "bien situadas" que se pueden permitir rechazar un premio recordándonos así que vivimos en una situación injusta. 


Personalmente, a Jordi Savall: buen gesto.Esperemos que los medios no lo criminalicen.




Para leer la carta completa, pulsa aquí.

jueves, 30 de octubre de 2014

El fallo en el protocolo: cómo morir de LOMCE.


Recién comenzada la crisis del ébola en nuestro país, escribí estas líneas y las he paseado de un periódico a otro sin suerte - supongo que se debe a que la LOMCE ya no está de moda, aunque también tendrá que ver mi estilo poco pulido. 
Como Internet es peligroso lo dejo claro: ánimo a Teresa Romero ahora que ya no es un fenómeno mediático, ojalá no tenga miedo a hablar y se sienta apoyada por el colectivo sanitario y socia - que no es lo que parece estar pasando.  
Insisto: el uso del ébola en este texto es simbólico. La situación de Teresa Romero no me parece "afortunada para la sanidad" aunque así lo pinte en el texto, digamos que es sólo una hipérbole. Por lo demás, ahí va:

Se desconoce cual fue el momento exacto en que el virus pasó de un cuerpo a otro situando a España como el primer país europeo con contagio de ébola fuera de África (aunque los gobiernos centroeuropeos nos hayan considerado en los últimos años como una extensión del continente vecino cosa que, si fuera cierta, culturalmente nada tendría de peyorativo). Averiguarlo debiera tener un doble objetivo: aprender para que no se vuelva a repetir y servir de reflexión previa al próximo debate sobre el estado de la nación. (Después se dijo que Teresa Romero se tocó la cara: que demuestren con vídeos que esa afirmación no es fruto de la extorsión).

Voy a dar una pista: el fallo en el protocolo tuvo lugar varios meses antes de que el ébola inundase los titulares. Sí, los actos tienen repercusiones. Y no creo exagerar si afirmo que el contagio de ébola puede explicarse desde la merma física y psicológica de los trabajadores de la sanidad pública española  derivada de los recortes políticos (aunque nada de original tenga este planteamiento a estas alturas).

Agotamiento provocado por un grave desamparo legislativo que asfixia a los sectores que más debería cuidar. Tal vez me equivoque y el caso concreto de ébola estuviese en manos de profesionales descansados y cuyo día a día no podía ser mejor (porque la vida personal nos influye en el campo laboral a todos: es innegable), profesionales sin un sólo indicio de ojeras ni hormigueo en la planta de sus pies... pero ¿es descabellado pensar que el cansancio, la tristeza, la apatía e impotencia frente a la propia situación laboral no influyen en nuestro trabajo?, ¿es exagerado admitir que, a causa de nuestro malestar, trabajamos peor?, ¿no parece de recibo pensar que el desamparo legislativo empobrece los esfuerzos de la vocación?

No pongo en duda la voluntad del personal sanitario al tratar un caso de ébola, una apendicitis o una depresión: me consta que la vocación de nuestros médicos y enfermeros es capaz de revertir la triste situación que ofrece la administración en la medida de lo posible (ojo, que de todo habrá pero uno no elige poner sondas y visitar enfermos sino lo siente). Dicho de otro modo, el personal de la sanidad pública – que es el que conozco- hace más de lo que le dejan hacer. Queda probado a ojos de la ciudadanía que los errores cometidos obedecen más a lo político que a lo sanitario.

Por suerte, y entiéndase la expresión, el ébola nos permite pensar en ello porque las consecuencias han sido inmediatas. El ébola ha sido una bendición para la sanidad - insisto, entiéndase a lo que me refiero. Otras enfermedades se ven menos y ocupan menos titulares. Me refiero en especial a una nueva enfermedad de difícil concienciación (o más bien de inútil concienciación, pues los actos colectivos no se han escuchado), para la que no hay “ice bucket challenge” suficientes, sin dejar por ello de mencionar los casos de depresión-ansiedad, ayudas a la dependencia o ayudas a los comedores infantiles que, en última instancia, repercuten sobre la salud . Me refiero a la LOMCE o Ley Wert de Educación.

Ni el consenso de toda la comunidad que compone la Educación Pública nos vale en este caso.  Así como LOGSE  y LOE están teniendo sus consecuencias - jóvenes inseguros que no saben qué estudiar o en qué trabajar, la formación ligada a la especialización universitaria o laboral frente a un conocimiento multidisciplinar básico, falta de actitud crítica...- , la LOMCE las tendrá pero, por desgracia, la veremos a más largo plazo. Cuando en el curso 2006/2007 se implanta la LOE, realmente era necesario actualizar la legislación educativa (aparecen las Competencias Básicas, la Educación para la Ciudadanía, etc.), sin embargo, se mantiene un modelo tecnócrata y se legisla para una sociedad anterior. Podríamos decir leyendo la LOE que estamos ante una ley educativa de la década de los setenta de un país desarrollado. Lógicamente, estoy de acuerdo con Wert: era necesario acabar con la LOE. Aunque yo apostaría por una Ley Educativa y no una sentencia de muerte.

Alguien podrá reír “¡Nadie se muere de LOMCE!”. Mal. Directa e indirectamente la carencia de formación se cobra vidas en el ámbito socio-afectivo (falta de autonomía dado un modelo vertical de arriba a bajo, intolerancia, falta de actitud crítica, falta de autoconocimiento, inseguridad y problemas en la toma de decisiones). También en el ámbito biológico si consideramos la falta de formación en el caso de las preferentes o la desazón de aquellos que pierden su casa y se arrojan a un tren (evidentemente esto no es culpa de la LOMCE, pero sí de un pasado no mucho más pedagógico).

“¡Qué sensacionalista!” podrán responderme. Lo acepto y por ello he creado este blog con el objetivo de sacar la LOMCE del cubo de basura en que socialmente se ha puesto y meterla en otro. Hemos criticado esta ley, pero ¿sabemos por qué? Wert tenía razón al asegurar que había que mejorar la educación, lo cual hace incomprensible sus resultados legislativos (salvo que uno comprenda el daño que quieren hacerle). La LOMCE es una mala ley en cuestiones económico-educativas pero más aún es un ataque a la democracia y a los avances pedagógicos en todos los niveles educativos. 

La etiología es el capitalismo bruto de unos pocos; las enfermedades: apatía infantil, aprendizaje inconsistente, futuros adultos con déficit emocionales y carencias intelectuales, maestros y profesores prostituidos incapaces de reconciliar la vocación y las nuevas pedagogías con las imposiciones de la administración, madres y padres desinformados que no entienden qué hacen sus hijos, mano de obra barata y alienada, etc. Existe un tratamiento y está en manos de los pedagogos, no de los políticos. ¿Culpables? Todos por culpa de algunos.

Ahora que Teresa Romero ya no es culpable, sino una heroína (siempre un paso por detrás de EEUU), es preciso solidarizarse. Todos somos un poquito culpables de que Teresa se contagiase al permitir el derrumbe del sistema sanitario, aunque nuestra culpa es ínfima ya que nuestra voz difícilmente se escucha. Siento haber tomado su nombre para escribir estas líneas, pero si le ponemos cara a nuestros problemas quizá es más fácil solidarizarse. Hagámoslo poniendo la cara de nuestros hijos, amigos y hermanos... de nosotros mismos que estudiamos con otra ley, pero que padeceremos las consecuencias de una ley educativa antipedagógica y antidemocrática. 


J. Palacios Palacios